sábado, 27 de septiembre de 2008

Como enferma, ¿qué le diría yo a un familiar/novio/amigo?

Le diría que respire hondo, que se pregunte qué le está ocurriendo a esa persona que quiere para tener problemas con la comida; que tenga en cuenta que estas enfermedades son psicológicas, no físicas (sus consecuencias son físicas, lo que las provoca, no); que nacen de inseguridades, de falta de confianza en uno mismo, de una dificultad para comprenderse a sí mismo y expresar qué y cómo se siente; que esa inseguridad y esa baja autoestima, reforzadas a menudo por la autoexigencia y el perfeccionismo, provienen de un cúmulo de circunstancias que se han ido forjando en la vida de esa persoan desde su infancia.

Le pediría que no se sientiese culpable, que admita su parte de responsabilidad si la hay, sí, pero que de ella saque fuerzas para sí mismo y para ayudar a esa persona que quiere.

Le contaría, por experiencia propia, que no se centre en la comida, pues sólo hallará malas caras, lágrimas y un mayor alejamiento de quien quiere (como ocurre con alguien que fuma cuando se le pide que deje de fumar: suele enfadarse y sentirse molesto, incomodado, como si le llevasen la razón y no le dejasen tranquilo).
Le diría que tiene todo el derecho a preocuparse y a mostrar su preocupación por esa persona, pero le pediría que no fuese en forma de gritos, desesperación e imposiciones, pues la persona a la que quiere, que está enferma, se sentirá incomprendida, más sola e incluso llegará a albergar sentimientos de ira y odio hacia quien así se comporta con ella.


Le pediría que tuviera mucha paciencia, que se informe sobre estas enfermedades: qué son, cómo se muestran, cuál puede ser la evolución, cuáles las terapias, qué se puede esperar... en los libros o, si es necesario, consultando a un médico.

Le recordaría que quienes sufren estas enfermedades suelen ser personas inteligentes y, por tanto, no son tonterías de adolescentes ni de adultos que se dejan influenciar por la moda (obviamente ésta influye, pero no es la causa) y por eso mismo le pediría que no tratase a esa persona a la que quiere como tonta, loca o absurda, aunque no consiga comprenderla. Le revelaría que, aunque no lo parezca, las personas con estas enfermedades suelen darse cuenta de muchas de las consecuencias negativas que ocurren a su alrededor debido a la enfermedad, como por ejemplo las peleas entre los familiares y que, por eso mismo, reprochárselas y echarles la culpa sólo hace que se sientan peor: no se busca causar esas situaciones tan desagradables, sino lo contrario: sentirse mejor con un@ mism@ de la única forma que se conoce: a través de la relación con la comida, por dañina que ésta pueda ser. L@s enferm@s suelen tener el sentimiento de culpa muy agudizado, si se les reprocha algo así, no hará más que aumentar.

Le contaría que a causa de la enfermedad suele desarrollarse un carácter arisco, brusco, angustiado, irritado, de frecentes enfados, de pesimismo y negatividad que no tiene por qué corresponderse con la verdadera forma de ser de esa persona a la que aprecia; le pediría que recuerde que esto es algo temporal que se irá diluyendo a medida que se produzca la recuperación y que no de por hecho que esa persona es triste, susceptible o sin personalidad, sino que está así temporalmente mientras dure la enfermedad.

Le confesaría que va a necesitar ser fuerte y que es probable que haya momentos en los que sienta que no puede más, que le está perjudicando y, por eso mismo, le pediría que se preocupe también de sí mism@, que no se olvide de él/ella; que tiene derecho a expresar su malestar e incluso a buscar ayuda o apoyo para afrontar la situación.

Les pediría que, dado que la autoestima está desequilibrada a la baja y es uno de los puntos clave, se informasen y buscasen cómo pueden actuar para reforzarla. Personalmente, lo considero algo fundamental en cualquier familia o pareja, incluso cuando no hay trastornos alimenticios.

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